viernes, octubre 14, 2011

El laberinto de Sabella


La derrota con Venezuela duele en el orgullo más que en el presente futbolístico. Cuesta digerir un partido como el del otro día, donde se perdió con la famosa “Cenicienta” (que ya parecería no ser tal) de siempre en la Conmebol. Mucho se ha escrito, y como esta nota no tiene pretensiones de originalidad, pero sí de cierto análisis de cara a lo que viene, considero prudente diseccionar la problemática.



El partido

Primeros 20 minutos más que aceptables, con circulación, interesante despliegue por los laterales, Sosa y Di María intentando romper la línea de volantes para que la conexión con los de arriba sea lo más limpia posible para llegar a la zona picante. Tres o cuatro llegadas lo bastante claras como para abrir el score. Hasta ahí, todo marchaba sobre rieles naturales, previsibles y hasta anunciados en la previa.
Sorpresivamente, el juego argentino cayó con el correr de los minutos en la maraña táctica que armó ese interesantísimo entrenador que se llama César Farías, con marcas escalonadas, los carriles libres a sabiendas de la escasa ductilidad de nuestros hombres “por afuera”, la apelación al pelotazo largo que desnudó una defensa impresentable, la coordinación en el pressing desde los dos puntas hasta el bloque medio. Se perdió intensidad, tenencia, sorpresa. Y afloró la confusión. Las atajadas del redimido Andújar. Un gol en contra de pelota parada con Sabella en el banco. Un espectáculo calamitoso, donde los albicelestes se arrastraban por la cancha no pudiendo dar un par de pases seguidos, escasa y llamativa falta de rebeldía ante la adversidad (digresión: cortemos con el verso de la rebeldía entendida como pegar patadas o tackles a lo Puma, pero uno imaginaba al menos ir a la carga Barracas a puro pelotazo sólo por una cuestión de historia y de imponer respeto), Venezuela atacando...Fin. No es el fin del mundo pero es un tremendo llamado de atención. No consuela la frase hueca “algún día iba a pasar”, porque, como se dijo, insultó la falta de reacción anímica al menos para arrollar al rival, quemar naves, prepotear a los venezolanos. Aplausos para Farías, independientemente de su decisión de preservar jugadores, sobre todo por cómo leyó un partido con las limitadas armas con las que cuenta: no olvidemos que Vizcarrondo juega en Olimpo y el Maestrico, además de un descenso fresco con GELP, juega en la reserva de River en la PBN.

Sabella en el banco

El ex DT pincha, quien merece tiempo y muchísimo respeto por ser un tipo probo, laburador y muy serio, cometió varios errores tácticos y estratégicos, que a la luz de los resultados, si bien parece una postura facilista, es la única arma de análisis con la que contamos: es como el muerto a la autopsia (?).
En primer término, es cuestionable el hecho de no haber repetido esquema tras el 4-1 con Chile, por varias razones. De movida, aún rescatando que siempre hay que mirar exaustivamente al rival, cuesta entender por qué no mantuvo una formación que sacó un buen resultado (con falencias notorias en el juego durante los 90 minutos) a sabiendas que recién se hace cargo del puesto, que todavía no existe un “grupo” con todas las letras, que escasean las horas de entrenamiento. El cambio de esquema dejó a la intemperie un sinfín de fallas que Farías aprovechó como nunca. Inexplicable desde todo ángulo la posición de Di María de doble cinco. Insostenible. Un jugador que se caracteriza por la explosión en tres cuartos, por el traslado, jamás puede ocupar ese puesto. Por otro lado, si bien jugaron muy mal, no es justo caerle con todo el peso de jurados a Sosa y Rojo: es absolutamete lógico que un DT lleve a sus “pollos”, en quienes confía por conocimiento previo. No es ningún pecado. Sí, en todo caso es objetable, que Sosa sea titular cuando nunca explotó fuera de las fronteras de La Plata (y con lagunas de las grandes, ya que se lo ha visto en muchos partidos nadar en la intrascendencia del medio local) y hoy se desempeña en el Metallist de Ucrania (?). Lo mismo corre para Rojo, que no tiene minutos en el Spartak de Moscú.

Luego, Sabella repitió algo que los hinchas de Estudiantes conocen bien: la tardanza en los cambios. El caso Pastore, digno de diván, merece párrafo aparte. ¿Qué tiene que hacer el cordobés para tener más minutos? Dicho ésto siendo el único jugador de todos los convocados con características creativas, verticales, capaz de asociarse con Messi, media distancia...Es un tema que merecería un desarrollo más exhaustivo, pero el flaco del PSG hoy es el reclamo tribunero fácil, la queja a mano para cualquier DT ante un flojo rendimiento del colectivo. ¿La razón? Tanto Maradona como Batista -y ahora Sabella-, por más que hablaron maravillas de él, lo pusieron poco y nada, y el tipo, si bien fehacientemente no ha demostrado nada del otro mundo, sí trasladó al público futbolero algo obvio: que sabe, que es un distinto, que es desfachatado, que es de los players que no abundan. Banega tuvo un partido olvidable, Palacio intrascendente. Así todo, no es válido detenerse en el uno por uno porque pierde peso específico la lupa sobre lo colectivo, que es el nudo del asunto.

¿Qué sacamos en limpio?

Mucha tela para cortar que intentaremos presentar con cierto orden para facilitar el entendimiento, y de última, fortalecer el debate.

Hay muchos ciclos cumplidos, con varios años de flojos rendimientos sobre sus espaldas, así como y notables carencias en puestos claves que vienen de arrastre. Los centrales, los laterales, y el medio campo: no es poca cosa, son ¾ de equipo!!! La sensación que primero viene a la cabeza al ver los partidos y la reiteración de rendimientos malos, es que no hay imprescindibles, salvo los delanteros. La irregularidad y la mediocridad, por ende, son regla. Andújar ataja pésimo primero y es figura después. Banega hace una aceptable Copa América, pero meses después es horrible (y en el intermezzo brilla en Valencia). Otamendi se destaca contra Chile y días más tarde no me puede marcar ni a mí. Y hay más ejemplos.

Donde la alarma suena más fuerte es en defensa. Burdisso, y con reservas, debería ser el único que podría integrar una lista nueva. Falta de altura, de liderazgos, de coordinación básica, de presencia en las dos áreas. Lamentable y preocupante. Y acá es cuando un técnico tiene que tomar decisiones y apostar. Menudo trabajo, pero Sabella va a tener que evaluar con mucho detenimiento cómo planificar una base defensiva que hace agua en lo individual y grupal de miras a lo que viene. Y ahí se corren riesgos, sobre todo con el peso de ya haber sido derrotado, y con Venezuela. Pero si los que hay no anduvieron y no andan, hay que formar jugadores en esas posiciones.

A vuelo de pájaro, se me ocurre, que una solución para probar (no nos olvidemos que va a tener mucho de eso este período) sería la de Mascherano de líbero como hace en su club, que por velocidad de corte, por inteligencia y conocimiento del puesto es una alternativa más que válida. Para eso debería estar secundado de dos torres, por cuestiones físicas evidentes. Este es el momento de probar a Federico Fernández como uno de los stoppers. El otro podría ser ese gran proyecto de central de Independiente, Julián Velázquez. Son dos pibes de buen físico, con altura, personalidad y hambre. Con un Mascherano atrás, repito, sería una variante interesante (no nos olvidemos de Mateo Musacchio, titular en el Villarreal desde hace un tiempo, con excelentes referencias de su paso por las juveniles, de Ezequiel Garay el colorado Ré).

En la mitad, soprende la ausencia de materia gris. A falta de un “cerebro” (como dijo el propio Sabella en referencia a Verón y JRR) hay que buscar otra pieza aunque sea similar. Podria ser un doble cinco con Ricky Álvarez, Canteros, D'Alessandro (juega allí en el Inter desde hace un tiempo y lo hace muy bien), Lucho González. Braña merece estar, sabiendo incluso que muy probalemente no llegue a Brasil. No hay mucho más. Algo parecido sucede en las bandas (no los nefastos carriles, por favor). Sosa merece crédito, Valeri, Diego Perotti, Enzo Pérez, Diego Villar, Maxi Moralez...si es que juegan en sus equipos! En las puntas, la carencia de laterales es crónica. Además de los que están, ¿quién “es”? ¿Licht? ¿Pillud? ¿Clemente, con 32 pirulos?
En ese repaso, nos volvemos a tropezar con algo aclarado más arriba: no hay imprescindibles, no hay puestos con dueño. En esa madeja deberá trabajar Sabella. Y apostar con el filo de los resultados muy cerca, en una Eliminatoria que asoma complicada de verdad, con equipos que han crecido mucho en algunos casos y consolidados en otros como Uruguay y Chile, con localías fuertes y con nuestra responsabilidad histórica de estar allá arriba. Confío en la capacidad de trabajo de Sabella y sus colaboradores, pero es muy ardua la tarea que tendrán que afrontar...ya mismo.

Almorzando en lo de "Edgardo"

Llegué. Estacioné a un par de metros antes de la entrada. Vi el cartel de "Abierto" y suspiré: no era la primera vez que pasaba de día y me encontraba con un lapidario "Cerrado". Bajé decidido del coche, puse la alarma y quise abrir la puerta con fuerza. Para mi sorpresa, no se movió un milímetro. Me asomé por uno de los ventanales y nada. Con bastante resignación di un par de pasos mientras me rendía a los encantos posmos del Blackberry, hasta poner un pie en el empedrado y mantener otro en el cordón, haciendo un torpe equilibrio, complejizado por las raíces de un viejo árbol que de tanta fuerza levantó enormes piedras que se ponen la pilcha de desprolijas baldosas.


Escuché a mis espaldas un ruido como a llaves. La puerta se abrió. Una enorme humanidad vestida toda de negro, gafas y cierta fatiga encima me dijo si yo había "golpeado la puerta". Asentí sin decir palabra. "¿Espera a alguien?". "No, la verdad que no". "Pase nomás". Así me recibió en su templo, el gran Edgardo Ricci. Me senté ahí nomás. TN, vía Bruno Bimbi, relataba qué joraca había sucedido en Río con la explosión en Tiradentes. Él me trajo la carta. Le pedí una tortilla a la española y una caramañolita de San Felipe. Intercambiamos apenas un par de palabras, de lejos, ya que se dedicó de lleno a confeccionar mi plato. Se escuchaba el crepitar rabioso de la fritanga y Bimbi seguía pasando data, con la firmeza y el rigor que lo caracteriza. A los poquísimos minutos de mi llegada, alguien golpeó la puerta. Era el Boya. Edgardo, que segundos antes entablaba una breve conversación telefónica, elevó la voz y dijo: "te dejo que le tengo que abrir al Boya". El susodicho ingresó, giré sobre la silla, me levanté y nos trenzamos en un abrazo. "Este es un amigo, Edgar. Vení, vení a la mesa con nosotros". Mudé mis cosas y me sumé a ellos.

Abrimos otro San Felipe mientras la tortilla bien babé se deshacía en mi boca. Las palabras comenzaron a brotar mágicamente, de la nada. Tal vez sea por que en ese oscuro encierro, por estar rodeado de Historia viva. No sé. Lo cierto es que es imposible quedarse callado con un parroquiano y con el propio dueño de casa. El tema excluyente era la visita sorpresiva de una holandesa que se enamoró del lugar, de su bagaje y su patrimonio afectivo. Y la piba, impactada, prometió hacer un libro con fotos y anécdotas, asunto que a Edgardo lo movilizó. Ni bien terminé mi plato, la gringa apareció con su cámara y acento ibérico. Se la notaba alerta a cada palabra, a cada detalle. Registraba. Y en ese torbellino caótico de nombres, protagonistas, loosers y referencias al pasado, surgieron momentos alucinantes. Cacho Massa, ayudante de Basile en la Selección durante su primera etapa y su reencuentro casual con un amigo de Berisso en Las Vegas tras amistoso con EEUU quien le brindó (menos el escolazo) todo tipo de bondades, inmortalizadas en una tarjeta exclusiva del Caesar Palace que Cacho le dedicó a Edgardo. La pelea con Cacho tras el descenso de Gimnasia, que hoy tiene un puesto en la feria del Parque Saavedra.  Las dedicatorias de personalidades que pasaron por allí y que Edgardo atesora como tantas otras miles de cosas. Sus anteojos con patillas de alambre. Su pasión en cada relato. Hugh Hudson, director de "Carrozas de fuego", y su rendición ante el bife local pero marcando la "bad music" (que según el patrón era la orquesta de Ray Coniff). Las fotos de antes. Los muertos. Los antepasados. El cuaderno de tapas marrones donde Ricci tiene a cada uno de sus clientes históricos ordenados mes a mes, de acuerdo a su fecha de nacimiento, para recordar los cumpleaños, con la salvedad que en gran parte de esas nombres figura una "P": significa que ese cliente "partió". En otros, sin embargo, figura una "F" de "falleció", aunque no quedó clara la distinción. Arriesgo a que debe tener que ver con la afinidad que Edgardo tenía con el tomuer.


Siguieron las historias. Las fotos amarillas. Otro vino. Apareció otro parroquiano. Y después otro. Ya era hora de irse. Edgardo tenía que salir un momento y lo hizo sin dudar. Nos quedamos en su tesoro. Uno de los que llegó último se vistió de sereno. Abrimos la puerta. El sol nos cacheteó como si fuera Maravilla Martínez. Parecía el amanecer y ni siquiera eran las cuatro de la tarde. La holandesa prometió obsequiarle a Edgardo una tarta de manzanas. Le saqué una foto con él. Nos despedimos en la vereda, a plena risotada. Me subí al auto y salí despacio, rumiando muchas de estas cosas que escribo mientras en mi casa reina un silencio sepulcral y me termino el Jameson sin hielo que todavía  me mira impaciente, como si también tuviera ganas de irse a acostar. Buen provecho.

jueves, octubre 06, 2011

QUÉ DEJÓ LA VISITA DE ALBERTO F A JUNGLA POLÍTICA

Cada vez que Alberto Fernández reaparece en los medios deja mucha tela para cortar. Ayer por la noche fue entrevistado por ese animal periodístico llamado Juan Pablo Varsky en "Jungla Política en Vivo", emitido por Canal 26. El ex Jefe de Gabinete se reafirmó "kirchnerista" en términos de pertenencia primigenia a un proyecto que considera vivo y latente, aunque no se privó de señalar como "frívolos" algunos gestos de sus integrantes: en particular apuntó contra Amado Boudou y su afición por las seis cuerdas (?). Allí me quiero detener. A partir de ese espectro genérico de sus críticas al Gobierno, enfocadas a cierto infantilismo consignista, donde, según su óptica "hay mucho de Nestornauta y poco debate", arrojó dos líneas concretas: "kirchnerismo tonto" versus "kirchnerismo racional", y la trascendencia del Proyecto K más allá de la figura de Cristina.

La distinción entre kirchnerismos posibles es la puerta de entrada a la madeja. Uno, el "tonto", el fanático, el cristinista (lo identificó claramente con una tendencia -je- que él no comparte). El otro, el "racional", el que apoya las piedras basales de la gestión pero "señala lo que está mal", lo ubicó en la figura de Juan Manuel Urtubey, tal como se lo presentó Varsky como pie de pregunta. A partir de esa separación se aguas, el palo a Boudou (indirectamente referenciado como cristinista), expresó sin rodeos que va a "sentarse a discutir" sobre el futuro del espacio que "va más allá de Cristina" y adelantó que peleará -sin determinar desde dónde- en las elecciones de 2013 donde los porteños renovarán bancas en ambas cámaras. Tampoco se privó de tirarle flores a Felipe Solá, de quien se declaró "amigo".

Sin dudas Alberto mostró las cartas con las que va a jugar en una carrera que ya se lanzó por la sucesión en el peronismo y señalamos en su momento tras la elección de Córdoba (digresión: parece un disparate mayúsculo que a días de una elección presidencial se estén hablando ese tipo de cosas). Es un hecho que gran parte de los gobernadores populistas conservadores de pertenencia pejota, con Scioli y Urtubey como cabezas sobresalientes, representan eso que Fernández define como "kirchnerismo racional", que cuenta con número, despliegue territorial (el bonaerense aceitó y reforzó contactos con intendentes del Conurbano, y de alguna manera uno podría interpretar la movida de Solá como funcional a esa estrategia), cierta organicidad y simpatía manifiesta de sectores corporativos hoy reconvertidos en oficialistas por necesidad y desierto opositor más que por convicción y amor a la patria. Por otra parte, el kirchnerismo "tonto" y por ende "irracional", encarnado en los Boudou, Mariotto, Bossio, el Evita, la temida (?) Cámpora más muchás facciones juveniles y un largo etcétera representan al Otro sector, con el que Alberto elípticamente señala que hay que sentarse a discutir (sic) para definir el futuro del Proyecto. 


La pelea es y será aún más pronunciada dentro del peronismo, más que nunca, y son varios los que ya lo manifiestan sin rodeos. Quedan muchos interrogantes. El primero, qué será del apoyo crítico progresista no pejota con Sabatella como punta de lanza, en este contexto. El segundo, qué partido jugará la CGT. El tercero, al morir el Peronismo Federal y centrarse la disputa en las vísceras del monstruo invertebrado, cómo va a ser el PRO para saltar las fronteras de la Capital Federal. Parecen palabras prematuras, pero la dinámica política argentina, y en particular el peronismo, hacen que cualquier esbozo pueda transformarse, en un santiamén, en un inútil bollito de papel a las pocas semanas. O que cualquier hipótesis, por más descabellada que parezca, se transforme en un hecho político palpable y de carne y hueso.